Año: 2015
Pais(es): Estados Unidos, Reino Unido
Director: Kenneth Branagh
Protagonistas: Lily James, Cate Blanchett, Richard Madden, Helena Bonham Carter
Todos crecimos viendo las tan queridas películas de Disney, aquellas entrañables historias llenas de emociones, magia,
personajes simpáticos y sobre todo música. Cada
quien tiene su favorita, y sin duda, la Casa del Ratón es el símbolo y
estandarte de nuestra infancia, la mejor etapa de nuestras vidas. Con más de 80
años de historia y 54 películas en su haber, Walt Disney Animation Studios es
la más grande fábrica de sueños en la Tierra. Pero en los últimos 18 años, se
ha “puesto de moda” recrear los clásicos más queridos del estudio, pero esta
vez en formato Live-Action, o sea, con personas reales. Comenzó en 1996 con 101 Dalmatians (Dir. Stephen Herek), siguió
en 2010 con Alice in Wonderland (Dir.
Tim Burton) y en 2014 tuvimos a Maleficent
(Dir. Robert Stromberg, basada en Sleeping
Beauty de 1959); tuvieron un moderado éxito en taquilla y critica, pero son
cintas que tratan de crear una nueva perspectiva hacia la trama y todo lo que hay en ella, desde los personajes hasta
los lugares en donde se lleva a cabo.
Este
año, Disney nos trae de vuelta a La Cenicienta, la historia de una chica, que después
de la muerte de su padre, queda al cuidado de su malvada madrastra, quien solo
la ve como una sirvienta, y su vida se ve mas complicada al tener que complacer
a sus dos hermanastras. Pero todo cambia cuando conoce a un joven, quien resulta
ser un príncipe.
En
un comienzo, la trama avanza muy lento, pero después avanza demasiado rápido,
dando lugar a escenas algo relevantes pero aburridas, se puede
decir que algunas de ellas son el momento indicado para revisar si no tenemos
mensajes en el celular. Pasada
la media hora, es cuando comienza lo interesante. La historia se torna
divertida, cómica y cautivadora. La historia está adaptada casi a la perfección,
de tal manera que no solo encante al público infantil, sino que también la gocen
los jóvenes y adultos, y que al final de la película se queden con la sensación
de que era mejor de lo que esperaban.
Cada actor encarna a su personaje de
manera magistral; Cate Blanchett interpreta a una madrastra que con el simple
hecho de verla y oírla el mundo empieza a odiarla, y son esas emociones las que hacen que el público halague lo que es una buena actuación; lo mismo ocurre con
las hermanastras Anastasia y Drizella, interpretadas por Holliday Grainger y Sophie
McShera, y aunque no son actrices de gran renombre y el mismo
potencial de Blanchett, hicieron de seguro a los personajes más comicos del
film. No sé por qué, pero ver a Lily James como Cenicienta me hizo recordar a
Elle Fanning como Aurora en Maleficent,
casi sentí que estaba viendo la misma película; aun así, la actuación de James,
aunque no fue deslumbrante, si encajo en todo. La
pequeña escena de Helena Bonham Carter como la Hada Madrina es el momento más hilarante
de toda la película, con un personaje que es encantador, pero por su forma de
ser no sabes que hará.
Lo
más relampagueante de la cinta, es el diseño de producción, el maquillaje/peinado,
y el vestuario, hasta se puede asegurar que pueda llegar a competir en los
Premios Oscar© en las
respectivas categorías. Algo que no podemos pasar por alto es la banda sonora,
compuesta por el escoses Patrick Doyle, cuyo trabajo hemos escuchado en cintas
como Grandes Esperanzas (Dir. Alfonso
Cuaron, 1998) Harry Potter and the Goblet
of Fire (Dir. Mike Newell, 2005), y Thor (2011), también dirigida por Kenneth
Branagh. El estilo de Doyle es una melodiosa combinación de entre instrumentos clásicos
y piezas vocales, algo muy constantes en sus trabajos, que envuelven la escena
en un ambiente de emociones encontradas; la música es una fuerte proposición para ser nominada al Oscar© el próximo año
en la categoría de Mejor Banda Sonora.
Basándome
en varios aspectos, incluyendo la trama, a la cinta le doy un 8.5 de calificación en una escala del 1 al 10;
una película encantadora y divertida, pero con un inicio muy lento. ¿La
recomiendo? Si, demasiado.
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